Hay un mundo extraordinario desconocido por muchos de los naturalistas que conozco, y también por el gran público: los ambientes subacuáticos fluviales, y los del Ebro en particular. Gracias a un encargo del Museu de les Terres de l’Ebre de Amposta, para el proyecto Life MigratoEbre, he tenido la ocasión de zambullirme en nuestro gran río, en tres tramos bien distintos en su tramo final, en Cataluña: a su paso por Amposta, ya entrando en la desembocadura; bajo el azud de Xerta (donde ya había hecho una expedición familiar-profesional el año pasado), y aguas abajo de la presa de Flix.
El objetivo: hacer tres panorámicas bastante ambiciosas, de 200x120cm, para una exposición sobre la biodiversidad del Ebro, en el marco del proyecto Life. Combinando, como siempre hago, un collage con mis fotografías de fondo, y las ilustraciones de fauna y flora integradas en el paisaje. Desde siluros hasta libélulas, macrófitos y árboles, de todo un poco, vida emergida y sumergida.
El trabajo de campo –de río, en este caso- ha sido con diferencia la parte más divertida y emocionante del proceso. Con la buena amiga e intrépida acompañante de expediciones de este tipo, la periodista Marta Gibert, hemos estado día y pico haciendo incursiones en kayak en los distintos tramos, sumergiéndome yo para hacer las fotos dentro y fuera del agua. Ha sido, sencillamente, una maravilla. Pernoctando, por cierto, en la pensión-albergue de la vieja Estación de Benifallet: el mejor lugar donde alojarse si alguna vez os movéis por las tierras del bajo Ebro: agradable, original, tranquilo y con muy buena genta a su cargo!
En el tramo más cercano a la desembocadura, bajo el puente colgante de Amposta, la turbidez del agua, previsible, causaba cierta impresión. Cuando de sumergías un par o tres de metros te adentrabas en un caldo verdoso, casi opaco, para encontrar después un fondo de fango fino i largos tallos de milenrama de agua, con apariciones fantasmagóricas de múgiles y carpas de buen tamaño.
Bajo el azud de Xerta, donde ya había estado el verano anterior, a la profusión de peces entre los larguísimos tallos de espiga de agua mecidos por la corriente (múgiles, percas sol, cachos…), se añadían bancos de gambitas. Y un siluro de metro y medio medio enterrado en el sedimento que me dio un susto proporcional a su tamaño!
El tramo de Flix fue, sin duda, la sorpresa más grata: el agua poco profunda, con bastante corriente y cristalina, escondía, entre los tallos danzantes de las plantas subacuáticas y el fondo de grava, anguilas de palmo y de metro –hasta quince ejemplares vi, en menos de una hora!-, carpas inmensas, madrillas, gobios y profusión de blenios de río.
El Ebro: una maravilla sumergida que no conocemos suficientemente, más allá –o más arriba- del archiconocido Delta. Lo podréis conocer mejor en la exposición itinerante que ilustran mis panorámicas, que se inaugurará en Amposta y viajará por diferentes localidades de la zona. No dejéis de visitarla!